MI TESTIMONIO

 

Primeramente le quiero dar gracias a Dios por su infinita bondad y su gran misericordia

de haberme rescatado del vicio del alcohol y de la idolatría. Es por eso que conviene que

yo declare las señales y milagros que el Dios Altisimo ha hecho conmigo.

"¡Cuan grandes son sus señales y cuan potentes son sus maravillas, su reino sempiterno y su

señorío de generación en generación!" Daniel 4:2,3

Hablar de mi testimonio es tener que volver a mi nfancia llena de traumas y frustraciones a causa de un hogar disfuncional con un padre alcohólico. En medio de esta oscura situación en que yo había caído, decidí emigrar a los Estados Unidos, ignorando que la solución no estaba en ningún otro país sino que se encotraba en Jesucristo como Salvador y guía de mis pasos.

Por diez años permanecí en la iglesia de San Lázaro (santo que en la santeria es venerado como babalú aye) y según yo en mi confirmación y mi mente enfermiza, me convertí en hijo de ese santo, al cual entregue mi vida a servirle fabricándole sus ropas ya que soy sastre de profesión. Esos diez años fueron los peores de mi vida porque el santo que yo amaba y le había entregado mi corazón, fué la peor pesadilla que yo pude vivir. El vicio era mayor y la miseria en que yo me arrastraba era cada día más terrible. Estaba perdido en las calles de Detroit. Me encontraba destruido y arruinado.

Amigo mío, quizás usted haya visto alguna vez la imagen de San Lázaro (babalú aye en la santería), al que hacen acompañar de perros que lamen sus llagas y sus vestiduras son harapos viejos que cuelgan de su cuerpo encorvado apoyándose en muletas. Ese era mi gran dios por eso estaba viviendo esa gran miseria y abandono. ¡Que lejos yo estaba de la verdad! Mas Jesús nunca llega tarde sino que siempre llega a tiempo a rescatar lo que estaba perdido.

Mi encuentro fué directo con Cristo. El transformó mi vida en un abrir y cerrar de ojos. Nadie puede ir tan lejos donde Jesús no lo encuentre, ni nadie puede tener un corazón tan endurecido que Jesús no lo transforme.

Soy un hombre feliz porque él me sacó del vicio del alcohol y la idolatría, de ser un esclavo del pecado para ser su siervo hoy en día. Hoy puedo decir con libertad, "¡Gracias Jesús!, ¡Gracias por la nueva vida!, ¡Gracias porque nací y volví a vivir como tu adorador, con un corazón contrito y humillado!, ¡Te expreso mi adoración mediante el canto!"

Claro que esto tiene un precio y yo no soy la excepción. Durante estos años que le he servido a Dios, he sufrido una parálisis facial que me impedía expresar palabras y poder mostrar mi gratitud a Dios a través del cántico. También tuve un accidente automovilístico donde todo el golpe lo recibí en el pecho lo cual resultó en una fractura que me impedía respirar bién y poder continuar con mis compromisos en el ministerio. El día 8 de Marzo del 2004 amanecí con todo un lado de mi cara adormecido y comprobé con tristeza que por segunda vez me había dado parálisis facial. Con mi cara desfigurada creí que yo estaba llegando al final. Eran muchas las cosas que me habían sucedido mientras terminaba este proyecto "de esclavo a siervo" el cual es testimonio del trato de Dios con una persona y de su poder transformador y restaurador.

Le doy las infinitas gracias a Dios, mi familía y a mi hija Carolina Andrea por sus bellas oraciones. A mis pastores Oliver Lora y su amada esposa, que Dios los siga bendiciendo junto a la congregación "Iglesia Roca Eterna" de las asambleas de Dios porque en mis momentos de debilidad donde todo se veia oscuro ellos me dieron fuerza y apoyo con sus oraciones.

A mis compañeros del ministerio y al estudio de grabación "Oasis Produzión" a mi amigo ingeniero Hno Rigo Antunez. Mis amigos y hermanos del grupo musical "Studio Oasis": David Alvarado (guitarra y bateria), Henry (pianos), Marvin Lobos (guitarra y coros), David Cardoza (guitarra y cantante), Anita Lobos (coros), Darwin Argueta (Percusión y bateria).

Gracias Jesús por darme la bendición de darte esta música, junto a mis amigos de San Pedro Sula, Honduras. Gracias Jesús por darme el gozo de tu salvación. Gracias Jesús por la vida que yo tengo, por todo gracias Cristo.

Dino Salinas. Derechos reservados